Los recientes acontecimientos en la base de Wizz Air en Kiev demuestran lo que esa actitud antisindical significa en la práctica. Ya desde antes del COVID-19, la conducta de la gerencia era sumamente inapropiada, y ahora la empresa está utilizando la pandemia como una excusa práctica para deshacerse de algunos trabajadores y trabajadoras al tiempo que lleva adelante una agresiva campaña antisindical.
Todo comenzó en mayo, cuando Wizz Air siguió los pasos de varias otras aerolíneas europeas al utilizar la pandemia de COVID-19 como pretexto para socavar las condiciones de trabajo de su personal. Los tripulantes de cabina se vieron obligados a firmar contratos nuevos que incluían una reducción salarial considerable: un recorte del 25 % en el salario base y las primas sectoriales.
En un intento por proteger sus derechos, los tripulantes de cabina de Wizz Air en Kiev crearon un sindicato el 17 de mayo y notificaron a la gerencia local al respecto el 22 de mayo. Sin siquiera responder al anuncio ni reconocer directamente al sindicato de modo alguno, la gerencia comenzó una agresiva campaña antisindical.
Directivos de distintos niveles gerenciales de Wizz Air intentaron persuadir a los empleados y empleadas de que afiliarse al sindicato no haría más que perjudicarlos, que la base de Kiev cerraría y que todos serían despedidos porque la empresa no permite los sindicatos. Gran parte de esto lo hizo de forma indirecta: la gerencia local contó con un fuerte apoyo de sus abogados y se aseguró de que otros difundieran los rumores. Se valió de figuras decorativas (instructores, capacitadores de línea y algunos empleados cercanos al gerente de la base) para difundir mentiras sobre el sindicato.
Estas maniobras antisindicales se intensificaron el 29 de mayo, cuando se realizó una conferencia virtual con el personal, los directivos y sus abogados. Durante la reunión, Diederik Pen, Vicepresidente Ejecutivo y Director de Operaciones del Grupo Wizz Air, dijo:
“Aceptamos, e incluso comprendemos, que algunas personas se sientan decepcionadas, frustradas y hasta enojadas. Y también aceptamos que algunas personas hayan sentido la necesidad de contratar abogados para iniciar la batalla legal y tal vez incluso emprendan otras iniciativas. Están en su derecho. Pero, a su vez, la empresa también tiene derechos y haremos todo lo que esté a nuestro alcance para proteger enérgicamente los intereses de ustedes, pero también para defender la confianza en la empresa. Lo haremos de una manera justa, equitativa y lícita; eso significa que tal vez no podamos actuar de inmediato, pero tengan la seguridad de que la empresa se defenderá. La empresa no está legalmente autorizada a comentar sobre tal iniciativa. Alentamos a todos los empleados y empleadas a que reflexionen y sean conscientes de que la empresa siempre actuará en favor de los intereses de los empleados y empleadas y del negocio. Debemos actuar en beneficio de ambos a la vez, lo que no siempre es fácil, pero haremos todo lo posible. Esperamos que la gente no se distraiga con iniciativas tramadas por abogados turbios y personas enojadas”.
A juzgar por las palabras que eligió, resulta claro que los abogados le aconsejaron qué decir y qué no decir y, al mismo tiempo, estaba intentando dejar claro que la empresa no aprueba la actividad sindical. Es más, decidió desacreditar a todos los involucrados —a los integrantes del sindicato y a sus abogados— al describirlos como personas “turbias” y “enojadas”.
Y si bien Pen se contuvo al dirigirse al personal, el presidente y director ejecutivo József Váradi no hizo lo propio en otra reunión celebrada en junio. Los altos cargos y los empleados y empleadas de Wizz Air se hicieron presentes para recibir un ultimátum de Váradi: o terminan con el sindicato o cerramos la base de Kiev.
Todas las pruebas llevan a la misma conclusión: Wizz Air está intentando utilizar el COVID-19 como una excusa conveniente para socavar las condiciones de trabajo y despedir sin justificación a los trabajadores y trabajadoras sindicalizados.
Esta no es la primera vez que la empresa intenta salirse con la suya discriminando a sindicalistas. En junio de 2015, el Consejo nacional rumano de lucha contra la discriminación declaró a Wizz Air culpable de despedir a 19 integrantes de su personal por estar afiliados a un sindicato. En su fallo, el Consejo señaló que la rescisión de los contratos de trabajo de los afiliados al sindicato era discriminatoria y, lo que es más importante, esta discriminación tenía la intención de frenar al movimiento sindical, lo que constituye un delito grave. En julio del mismo año, el tribunal ordenó la reincorporación de los tripulantes de cabina despedidos por Wizz Air. Además, en marzo de 2019, la Corte Suprema de Rumanía dictaminó que Wizz Air discriminaba a los trabajadores y trabajadoras por su afiliación sindical.
El caso de Rumanía demuestra que Wizz Air no está por encima de la ley. Los trabajadores y trabajadoras unidos en su lucha por defender sus derechos fundamentales han triunfado antes y volverán a hacerlo.
La ETF y la ITF apoyan a los sindicalistas despedidos en su lucha por el derecho a organizarse. Instamos a Wizz Air a que reincorpore a los sindicalistas a sus antiguos empleos, reconozca a su sindicato y entable un diálogo con los representantes de los trabajadores y trabajadoras.