El fin de semana de Pascua de 2018, las tripulaciones de cabina de Ryanair se pusieron en huelga por primera vez en los treinta años de historia de la compañía. En los meses siguientes, las trabajadoras y los trabajadores se reunieron en Dublín e hicieron pública una Carta de las tripulaciones de Ryanair en la que se recogían sus reivindicaciones, al tiempo que convocaban una nueva serie de huelgas en diversos países europeos.
Obligada a sentarse a la mesa de negociaciones, la compañía acordó el reconocimiento sindical a más del 80 % de sus pilotos y tripulantes de cabina. A partir de entonces, el 50 % de este personal se beneficia de una combinación de la legislación nacional y la negociación colectiva. Sin embargo, la mayoría de las trabajadoras y los trabajadores sigue sin ver mejoras concretas en sus salarios y condiciones laborales, y Ryanair aún tiene que revisar su modelo de negocio para prepararse para un futuro con presencia sindical.
El mes pasado, la agencia neerlandesa de protección social dictaminó que Ryanair no puede despedir al personal del aeropuerto de Eindhoven afectado por su decisión de cerrar aquella base sin negociar con los sindicatos. En Polonia, las trabajadoras y los trabajadores están emprendiendo acciones legales contra la empresa por obligarles a trabajar por cuenta propia, contraviniendo su derecho fundamental a la libertad sindical, y ningunear a su sindicato legítimamente establecido.
Paralelamente, el último informe anual de la UE sobre el sistema de intercambio de cuotas de emisión sitúa a Ryanair entre las diez empresas europeas con más emisiones de gases de efecto invernadero, siendo las otras nueve empresas que explotan centrales eléctricas de carbón. Ryanair intentó desviar la atención, describiéndose a sí misma como "la compañía aérea más limpia y ecológica de Europa".
Stephen Cotton, secretario general de la ITF, declaró: "No cabe duda de que Ryanair ha mejorado desde las primeras huelgas del año pasado, pero no debemos subestimar el inmenso trabajo que le queda por delante. A pesar de que la empresa anunció en 2017 que reconocería a los sindicatos, más de dos tercios de su personal continúa a la espera de poder beneficiarse de una negociación colectiva como es debido.
"Mientras tanto, la aerolínea parece estar decidida a mantener sus tradicionales estrategias de hostilidad hacia los sindicatos allí donde cree que sus malas prácticas no le pasarán factura. La reciente sentencia holandesa —que no se habría ganado sin la tenacidad de nuestro sindicato afiliado, la FNV— demuestra que ni siquiera Ryanair puede eludir eternamente sus obligaciones básicas. Por lo tanto, seguimos alerta y preparados para convocar acciones reivindicativas en varios países, si fuera necesario".
Frank Moreels, presidente de la ETF, afirma: "Si Ryanair realmente quiere ser vista como un buen empleador debería contratar directamente a sus tripulaciones, en lugar de tratar de debilitar los derechos de su personal recurriendo a la contratación a través de agencias o por cuenta propia. Manipular la condición contractual de los trabajadores en un esfuerzo por dañar la actividad sindical es inaceptable.
"Además, la reacción de Ryanair al ser catalogada como una de las empresas más contaminantes de Europa sugiere que su dirección no tiene los pies en la tierra. Ryanair debería aceptar que los trabajadores, los sindicatos y el público en general no dejarán de plantear estas cuestiones hasta que la aerolínea pueda demostrar que, de verdad, ha cambiado para mejor".
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