La carrera para elaborar una respuesta al COVID-19 que controle el virus, proteja a las personas y brinde alivio a las economías perjudicadas es una prioridad urgente.
Sin embargo, como los principales sindicatos que suministran mano de obra y representan a casi dos tercios de la gente de mar a escala mundial, estamos sumamente preocupados y frustrados por la falta de comprensión por parte de la comunidad global de los retos que enfrentan los hombres y las mujeres que trabajan en el mar, y que ahora se sienten olvidados por muchos de los Gobiernos del mundo.
Desde comienzos de marzo, la Federación Internacional de los Trabajadores del Transporte (ITF) y sus sindicatos afiliados, incluidos nosotros mismos, junto con representantes de la industria y organismos especializados de las Naciones Unidas, hemos estudiado todas las posibles maneras de señalar a la atención de los Gobiernos, los Estados de abanderamiento y el público en general la función crucial y fundamental que la gente de mar desempeña en la cadena de suministro y el comercio mundial actuales. Hemos destacado la necesidad de proporcionar toda la asistencia necesaria para facilitar los cambios de tripulaciones a aquellos de ustedes que hayan finalizado sus contratos.
Hemos adoptado decisiones en forma responsable, en un momento en que el virus estaba alcanzando su punto máximo, garantizando que el mundo continuara recibiendo los suministros necesarios y los servicios esenciales proporcionados por la gente de mar.
Esto solo fue posible gracias al sacrificio de la gente de mar: su disposición a continuar apoyando a las comunidades del mundo; en la mayoría de los casos, muchos de ustedes ya habían finalizado o estaban por finalizar su período de servicio. Gente de mar como ustedes, con el apoyo de sus familias simplemente continuaron transportando las mercancías necesarias sin quejarse, aceptando el reto profesionalmente, a pesar de que muchos países les sometieran a ostracismo cerrándoles sus fronteras y denegándoles asistencia médica de emergencia y permiso para bajar a tierra.
Aplaudimos los anuncios realizados por los Ministros del G20 en su cumbre celebrada en abril de 2020, en los que invitaban a los Gobiernos a que consideraran a la gente de mar, y a otros trabajadores, fundamentales para la respuesta mundial a la entrega ininterrumpida de mercancías esenciales. Seguidamente, el secretario general de las Naciones Unidas, en un mensaje enérgico e inequívoco, instó a los Estados a que facilitaran los cambios de tripulaciones como cuestión prioritaria, reconociendo el papel de la gente de mar y las dificultades que enfrentan en el contexto actual.
Las impactantes fotografías de profesionales médicos exhaustos atendiendo a personas fueron noticia en todo el mundo. Al igual que ejemplos de otros trabajadores y trabajadoras esenciales que continuaron haciendo su trabajo, permitiéndonos seguir con nuestras vidas en condiciones seguras y cómodas. Sin ninguna mención a la gente de mar, la industria marítima tuvo que luchar contra la burocracia gubernamental y no solo en un país, sino en casi todos los países. Los Estados se pasaron las responsabilidades unos a otros, o a la propia industria, lo cual hizo casi imposible llevar a casa a más de 200 000 marinos, y que sus sustitutos se incorporaran a los buques.
Nosotros somos gente de mar y escuchamos a la gente de mar. Aceptamos la frustración de ustedes por no recibir el reconocimiento que merecen por la labor que hacen para mantener la economía mundial en funcionamiento. Aceptamos la crítica que a veces se ha expresado cuando la frustración y la ansiedad han sobrepasado el punto más álgido debido a que ustedes no pueden abandonar un buque ni incorporarse a él, y por las reiteradas exenciones a los instrumentos marítimos que rigen la seguridad y el bienestar de ustedes. Los escuchamos y continuaremos apoyándolos como mejor podamos.
Resulta alarmante que incluso países de donde proviene la mayoría de la gente de mar no hayan elaborado un plan sólido y práctico para facilitar el regreso a casa rápido de su gente de mar, ni los hayan enviado en buques. Países cuyas economías se benefician de la colocación de la gente de mar en buques dedicados al comercio internacional a través de los ingresos que la gente de mar lleva a casa. Se hizo muy poco y no se coordinó lo suficiente para hacerse cargo de la cantidad de gente de mar que debía regresar a casa o incorporarse a los buques. Esos países deberían estar encabezando la respuesta mundial para abordar la cuestión del cambio de tripulaciones. Esos países tienen la responsabilidad de defender a la gente de mar, sus ciudadanos, y decir “¡Ya basta!” a la comunidad mundial, de alertar al mundo sobre el hecho de que la gente de mar exhausta, tras meses de permanencia a bordo sin que sus buques hayan sido inspeccionados para verificar los equipos de seguridad de los buques, constituye un riesgo sanitario y de seguridad. La gente de mar tiene derechos y esos derechos deben ser respetados.
La ITF y sus sindicatos afiliados tomaron la decisión de trazar la línea: no aceptar exenciones generales a los contratos de la gente de mar ni a las certificaciones de los buques. Consideramos que es irresponsable obligar a la gente de mar a extender aún más sus contratos. El riesgo de accidentes, pérdida de vida, desastres marítimos y amenazas al medio ambiente es un recordatorio demasiado peligroso para todos nosotros como para permitir que se convierta en realidad.
Entendemos los motivos por los cuales los países han impuesto las restricciones de viaje. Había una clara necesidad de proteger la salud y la seguridad de sus poblaciones contra la pandemia. No obstante, en el contexto actual, con un creciente número de Gobiernos que intentan reiniciar sus economías, privar a la gente de mar de sus derechos impidiendo los cambios de tripulaciones ya no es una excusa plausible. El mundo necesita que las mercancías sean transportadas, y los cambios de tripulaciones deben realizarse ya. Esto incluye asegurarse de que hayan comenzado a operar un mayor número de vuelos dado que la pandemia también ha afectado gravemente a la industria de la aviación civil.
Obligar a la gente de mar cuyos contratos han finalizado a permanecer a bordo tendrá como consecuencia que día a día aumente exponencialmente el número de cambios de tripulaciones necesarios, y para finales de agosto será necesario reemplazar a alrededor de 375 000 marinos. Si nada cambia, eso exasperará aún más la capacidad de realizar los cambios de tripulaciones, y eso no es aceptable, algo tiene que cambiar ya.
Los intereses comerciales no pueden ser la excusa ni el motivo para aprobar nuevas extensiones de las normativas vigentes y si los Estados de abanderamiento permiten que así sea, se convertirán en cómplices, potencialmente responsables de accidentes, que pudieran ocurrir a la gente de mar, los buques y el medio ambiente, junto con los Clubes P e I.
No aceptaremos ninguna discriminación ni desigualdad para con la gente de mar. Sin embargo, queremos dejar clara la posición de la ITF y sus sindicatos afiliados: la gente de mar que haya finalizado sus contratos, o los contratos extendidos, y que no esté de acuerdo o no quiera extender aún más sus contratos cuenta con la ITF y con nosotros, como sus sindicatos, para hacer todo lo posible para ayudarlos. No estamos haciendo, ni hemos hecho, un llamamiento a la paralización del trabajo, ni tampoco lo ha hecho la ITF. Pero sí hemos dicho que continuaremos asistiendo a la gente de mar que quiera ejercer sus derechos de no extender sus contratos y la defenderemos, y los defenderemos a ustedes.
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