Mañana y el jueves, las tripulaciones de cabina de Ryanair de Bélgica, Italia, Portugal y España se declararán en huelga como medida de protesta ante la persistente negativa de la compañía a mejorar sus condiciones salariales y laborales.
Estas huelgas se producen siete meses después de que Ryanair aceptara por fin reconocer a los sindicatos, en diciembre de 2017. A pesar de que la compañía firmó un puñado de acuerdos de reconocimiento con sindicatos, en sólo tres de los 21 países, el avance está siendo dolorosamente lento. Hasta ahora no se han producido mejoras concretas en los salarios y las condiciones de los trabajadores y las trabajadoras de toda la red de Ryanair.
A principios de este mes, los y las tripulantes de cabina se reunieron en Dublín bajo la bandera de Cabin Crew United (Tripulaciones de Cabina Unidas), en la primera cumbre de tripulantes de Ryanair. Allí redactaron una Carta de las Tripulaciones de Ryanair, en la que exponían sus reivindicaciones, como el fin de los salarios de pobreza, la gratuidad del agua potable durante los turnos, la celebración de contratos con arreglo a la legislación nacional –en lugar de la irlandesa– y la eliminación del empleo a largo plazo a través de agencias de contratación.
En lugar de iniciar conversaciones de buena fe con las tripulaciones de cabina, Ryanair se apresuró en calificar sus demandas de "inútiles". El personal de estos cuatro países se ha visto obligado a recurrir a la huelga para hacer oír sus legítimas quejas, poniendo de manifiesto lo que podría considerarse una grave falta de aptitud por parte de Ryanair.
Mientras que los trabajadores y las trabajadoras están empezando a hacer frente a la cultura del miedo que impone Ryanair, hay pruebas de que la compañía continúa intentando asustar a su personal. La semana pasada distribuyó una encuesta preguntando a los/as tripulantes de cabina sobre sus intenciones para los días 25 y 26 de julio, lo cual podría constituir una intimidación con objeto de impedir el libre ejercicio de sus derechos sindicales.
La ITF y la ETF han advertido a Ryanair de que cualquier intento de obstruir el derecho de huelga —incluidos el despido de trabajadores en huelga y ofrecer incentivos a otros trabajadores para romper las huelgas— podría contravenir las normas internacionales sobre libertad de asociación.
La empresa todavía puede evitar un verano de descontento si se sienta a la mesa de negociaciones de buena fe con los sindicatos elegidos por los trabajadores y ofrece mejoras concretas en los salarios y las condiciones de trabajo. Si no lo hace, es probable que se convoquen más huelgas.
La ITF y la ETF apoyan todas las movilizaciones legales emprendidas por sus sindicatos afiliados con el fin de conseguir un trato justo para los trabajadores y las trabajadoras de Ryanair.
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