Una reunión internacional convocada por la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales y la Federación Internacional de los Trabajadores del Transporte (ITF) y organizada por el Vaticano insta a los líderes políticos, económicos y empresariales a apartar al mundo del borde de la recesión. En lugar de concentrarse exclusivamente en los beneficios, deberían colaborar con la sociedad civil, los grupos religiosos, las organizaciones internacionales y los buenos Gobiernos para construir una economía mundial sostenible, basada en la justicia social y el derecho de todos y todas al trabajo decente con arreglo a unas normas laborales universales.
Entre los miembros de la delegación se encontraban líderes de sindicatos del transporte de Australia, los Estados Unidos, Panamá y el Reino Unido, así como de Argentina, país natal del Papa.
La reunión abordó las repercusiones de la pandemia mundial para el personal del transporte, ilustró las enseñanzas de la Iglesia a través de experiencias prácticas y propició el entendimiento común de algunos de los retos a los que se enfrentan los trabajadores y las trabajadoras.
Hay varios ámbitos que requieren atención urgente:
- las repercusiones del cambio climático para el personal del transporte y la necesidad de que los trabajadores y las trabajadoras participen en la toma de decisiones a fin de garantizar una transición justa, sobre todo en los países del Sur Global;
- los efectos de la pandemia de COVID-19, en particular la consiguiente escasez de mano de obra con experiencia;
- el fin de los conflictos armados que siguen causando muertes y desplazamientos forzosos a gran escala;
- la amenaza de una recesión a nivel mundial como consecuencia de las demás crisis.
Entre las prioridades también está la de avanzar en la erradicación del tráfico de personas y la esclavitud moderna. Se trata de cuestiones que afectan diariamente al personal del transporte que trabaja en primera línea. También resulta esencial mejorar la salud y la seguridad de los trabajadores y las trabajadoras del transporte.
Desigualdad en un mundo quebrado
Los trabajadores y las trabajadoras respondieron a la pandemia mundial con el mayor acto de solidaridad internacional jamás visto. Durante esta crisis sanitaria, que obligó a la gente a renunciar a sus libertades civiles, el personal del transporte mantuvo el mundo en movimiento y continuó transportando bienes esenciales para salvar vidas.
Ahora nos enfrentamos a la convergencia de varias crisis mundiales: la emergencia climática, las guerras nacionales e internacionales y la posibilidad de una tercera guerra mundial, la crisis del costo de la vida y la crisis de desigualdad provocada por la codicia empresarial y el hambre. El actual modelo de globalización está fallando tanto al personal del transporte como a sus comunidades.
Los beneficios se están disparando a medida que aumenta la inflación, tanto por el COVID-19 como por la guerra en Europa. Las compañías energéticas y de comercio electrónico, así como los gigantes del transporte marítimo, están logrando beneficios récord. Año tras año, la riqueza y el poder se concentran cada vez más en manos de unos pocos, lo que hace que la gente pierda confianza en la democracia.
La pandemia de COVID-19 ha agudizado las desigualdades existentes. Según el Global Wealth Report (Informe sobre la riqueza mundial) de Crédit Suisse, el 10 % de las personas más ricas del mundo acumula el 82 % de la riqueza mundial.
A pesar de que el PIB mundial se ha triplicado desde 1980, el porcentaje de ingresos derivados del trabajo ha descendido y nos enfrentamos a niveles históricos de desempleo, acompañados de desigualdad y un aumento de la pobreza, una situación que se ha reconocido como riesgo mundial.
Existen ya los recursos necesarios para resolver muchos de estos problemas. El camino que lleva a reducir la desigualdad y arreglar este mundo quebrado pasa por unos empleos estables, con seguridad, salarios dignos y derechos sindicales. Debemos redoblar nuestros esfuerzos por combatir la desigualdad y la pobreza, abordar la crisis del costo de la vida y fortalecer nuestros sistemas de salud para garantizar el acceso universal a la atención sanitaria.
La dignidad del trabajo es tan fundamental hoy para nuestras vidas como siempre lo ha sido, y los derechos sindicales son esenciales para conseguir prosperidad, igualdad y justicia para todos y todas. Además, los valores centrales de los sindicatos —la paz, la democracia y los derechos y libertades democráticos— han sustentado en todo momento nuestro compromiso con el pleno empleo y los derechos laborales.
Nuestros sindicatos afiliados son conscientes de los beneficios que aporta la fuerza de la solidaridad entre el personal del transporte, que sirve de base para influir en los cambios tecnológicos, fomentar la justicia climática, luchar contra el tráfico de personas y la corrupción y lograr que las empresas rindan cuentas del tratamiento que reciben los trabajadores y las trabajadoras en sus cadenas de suministro mundiales.
Poner fin a la codicia empresarial mediante la responsabilidad en las cadenas de suministro
Los mercados mundiales están fallando a la sociedad, y es necesario que se replantee a fondo el modelo de capitalismo global. Las compañías y los Gobiernos deben responsabilizarse de lo que está sucediendo en sus cadenas de suministro y hacer unas mejoras radicales profundas en sus prácticas de inversión y su gobernanza corporativa. El sistema vigente fomenta el sufrimiento humano, y eso deber terminar.
La ITF está desarrollando la infraestructura para llegar a ser la autoridad mundial en materia de responsabilidad en las cadenas de suministro. Los trabajadores y trabajadoras y sus sindicatos están en primera línea a la hora de rediseñar el modelo corporativo de las cadenas de suministro mundiales y de poner el foco sobre aquellas compañías que vulneran los derechos de los trabajadores.
Con un billón de dólares en salarios diferidos en fondos de pensiones gestionados por sindicatos, aprovecharemos nuestro rol como partes interesadas e inversores para que el capital sirva para apoyar un futuro sostenible para los trabajadores y trabajadoras. Los principios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) deben estar en el centro de las inversiones de capital.
Debemos seguir defendiendo nuestros valores democráticos, luchando contra la codicia empresarial y apoyando el papel que desempeñan los trabajadores y trabajadoras jóvenes a la hora de encabezar el cambio.
La descarbonización de los sectores con el transporte sostenible
El transporte representa el 25 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero relacionadas con la energía y el 15 % de todas las emisiones, y además es el sector donde están creciendo con mayor rapidez (se prevé que para 2050 las emisiones se habrán duplicado).
Teniendo en cuenta que los aviones en su estado actual son el medio de transporte más contaminante, es necesario que las empresas nacionales y privadas de aviación renueven sus flotas aéreas para que usen un combustible menos contaminante, y si necesario que los estados ricos, ayuden a las empresas a tal fin.
Estamos en una carrera a contrarreloj para estabilizar el planeta y mitigar los impactos del cambio climático. La justicia económica y social debe ir de la mano de los avances tecnológicos, para que podamos resurgir con un mundo mejor para todos y todas y para que esta no haya sido tan solo otra crisis esquivada.
La descarbonización del sector del transporte requiere una inversión de 32 billones de dólares estadounidenses de aquí a 2050. En la respuesta a la crisis, los sindicatos reivindicamos que las empresas y los Gobiernos escuchen a los trabajadores y trabajadoras en la transición a un futuro con cero emisiones de carbono. Debemos velar por que lleguemos a ver una transición justa a un mundo con cero emisiones de carbono, especialmente en el Sur Global.
Es importante que se incluyan las voces los trabajadores y trabajadoras jóvenes y que se apoye el empleo juvenil, puesto que son quienes han padecido de manera más inequívoca, sistémica y desproporcionada los impactos de la pandemia de COVID-19.
El progreso se ha estancado para las mujeres
Los sindicatos, la empresas y los organismos reguladores tienen que seguir trabajando para conseguir una sociedad con igualdad de género. La brecha que existe entre hombres y mujeres en materia salarial y de acceso a la educación y a la asistencia sanitaria tardará 100 años en cerrarse. El progreso no puede tardar tanto tiempo.
Las mujeres aún están infrarrepresentadas en el sector del transporte y tienen más probabilidades de ocupar los trabajos peor pagados y más precarios. Nosotros estamos responsabilizando a los empleadores, pero sigue siendo fundamental que se adopte un enfoque colectivo a este respecto.
No puede haber paz sin justicia social
Las guerras en Sudán del Sur, Siria, Ucrania y Yemen y los conflictos armados en otros Estados están cuando un inmenso sufrimiento a muchas personas. Cada tres segundos hay una persona desplazada a la fuerza. Estos conflictos arrojan una sombra sobre todos nuestros pensamientos, pero no debemos dejar de aplaudir la valentía y la tenacidad de los trabajadores y trabajadoras del transporte que siguen arriesgando sus vidas para que estos países sigan recibiendo productos esenciales.
Si no construimos un futuro seguro y sostenible ni protegemos y preservamos los derechos y las oportunidades de las generaciones futuras, no habremos conseguido defender nuestros valores.
Debe combatirse la continua persecución a los activistas sindicalistas en las legislaciones antisindicales. Debemos frenar la erosión de los derechos sindicales fundamentales, incluidos el derecho de libre asociación y de negociación colectiva.
Siguiendo al Papa Francisco, debemos liberarnos del neocolonialismo ideológico que no reconoce la dignidad del ser humano como persona compuesta de cuerpo y alma espiritual con apertura a la trascendencia, y quiere convertir a todos y todas en robots de producción para beneficio de los poderes fuertes de turno
Junto a todos nuestros aliados, los sindicatos organizaremos en torno a los derechos y la justicia social. Actuaremos juntos en solidaridad. No dejaremos a nadie atrás.