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El capital de los trabajadores es fundamental para la recuperación pospandemia

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Los acontecimientos desencadenados raíz del COVID-19 están originando una crisis mundial sin precedentes. Presentamos los argumentos a favor de reestructurar la gobernanza multilateral y la responsabilidad entre los organismos nacionales e internacionales y sus instituciones; las empresas y los sindicatos y los trabajadores a quienes representamos, para lograr una conducta empresarial más responsable.

Como respuesta a la pandemia del coronavirus, los Gobiernos están interviniendo en las economías nacionales en una medida que no veíamos desde hace generaciones. Las propuestas políticas que los sindicatos del transporte llevamos defendiendo sistemáticamente y por las que trabajamos desde hace décadas —ayudas directas a los ingresos de los trabajadores, propiedad pública de industrias estratégicas, control del suministro de bienes esenciales— se consideran ahora las únicas herramientas adecuadas para superar la situación actual. Sin embargo, es fundamental que las respuestas de los Gobiernos a la crisis se propongan dentro de un marco estructurado, comprometido y empoderado, con capacidad de rendición de cuentas y responsabilidad tripartita.

La crisis está llevando a la economía mundial a otra recesión profunda, más debilitante que la que siguió al colapso financiero de 2008. La mayoría de los países van entrar en recesión desde una posición peor que la que tenían hace 12 años. Un decenio de austeridad en gran parte del mundo ha debilitado la capacidad de las economías y de los hogares de absorber el impacto y recuperarse, protegiendo al mismo tiempo a los trabajadores y sus familias de las repercusiones. 

La ITF y el Consejo Global Unions, que representa a trabajadores y trabajadoras de todos los sectores económicos del mundo, propugnan que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial coordinen una respuesta económica a la crisis de alcance mundial. Dicha respuesta debería basarse en un análisis de los fallos cometidos en la crisis financiera de 2008 y garantizar que las medidas de estímulo se centren en el fortalecimiento de la economía real.

La ITF representa a los trabajadores y las trabajadoras de las industrias que conforman las cadenas de suministro, que son los ejes de la prestación de servicios de la economía mundial. Sin embargo, observamos que la evasión fiscal, el abuso laboral y los fallos crónicos de la gobernanza corporativa están generalizados en nuestras industrias. Estas deficiencias deben abordarse de forma sistemática para que la reinversión de capital sea productiva y constituya la base para superar esta crisis y garantizar el futuro de nuestra sociedad.  

Es preciso reconocer el apoyo social y material que, a lo largo de toda la vida, proporcionan los fondos de pensiones y de jubilación, que proceden en su mayoría de los salarios diferidos de los trabajadores y trabajadoras que tienen hoy por delante devastadores desafíos. Sería inaceptable cualquier transferencia de riqueza pública a empresas privadas, sin que exista un compromiso a largo plazo para la restauración de dicha riqueza pública. De aquí en adelante, deben aplicarse mecanismos tripartitos que guíen la recuperación, la mitigación de riesgos y la sostenibilidad.

La pandemia ha puesto de manifiesto graves deficiencias en los sistemas de salud y los servicios públicos conexos, en las redes de seguridad social y en los modelos de empleo que han extendido con rapidez la precariedad laboral y socavado la estabilidad de los ingresos. La pandemia ha sacado a la luz una pésima asignación de las inversiones de capital. Un sector empresarial fuertemente financiado está drenando el valor de la economía, en lugar de invertir en la actividad transformadora y en infraestructuras a largo plazo necesarias para hacer frente a los desafíos actuales.

La ITF y otros representantes de los trabajadores llevan defendiendo sistemáticamente la reformulación del compromiso institucional, un enfoque en el que se incluya a los trabajadores y las trabajadoras al más alto nivel, junto con las empresas, los Gobiernos, las organizaciones de la sociedad civil y las instituciones multilaterales. Renovamos una vez más nuestro llamado a favor de una Garantía Laboral Universal que restablezca la confianza, la transparencia y la responsabilidad en las industrias de la cadena de suministro, y que restablezca los derechos de los trabajadores, ponga fin al dumping social, proporcione una nueva regulación fiable y accesible del sector financiero y la protección social de los trabajadores y las trabajadoras.

Necesitamos un nuevo enfoque en la asignación de capital para transformar las economías de modo que puedan hacer frente a los grandes retos sociales, como la desigualdad y el cambio climático, para fortalecer los sectores productivos de las economías y, al mismo tiempo, crear puestos de trabajo bien remunerados y seguros, y para anular la privatización mediante la restitución de los servicios públicos esenciales a la propiedad estatal. El capital de los trabajadores —el volumen acumulado de ahorros para la jubilación de los trabajadores, que representa casi la mitad del PIB de los países de la OCDE— debe estar en el centro de este nuevo enfoque.

La ITF continuará trabajando con el Comité Global Unions sobre el Capital de los Trabajadores, que desde hace mucho defiende que los trabajadores y trabajadoras tengan más voz en cómo y dónde se invierten sus ahorros, para garantizar que este fondo común de capital institucional se asigne mejor para invertir, junto con las finanzas públicas, en abordar los desafíos de la sociedad en interés de los trabajadores y trabajadoras.

Nos comprometemos a colaborar con socios genuinos para renovar la inversión sostenible en las cadenas de suministro mundiales que dependen de los trabajadores y las trabajadoras del transporte para mantener a la ciudadanía del mundo abastecida de alimentos, energía, materiales de construcción y suministros médicos. Los sectores industriales y de recursos deben tener acceso a cadenas de suministro mundiales sólidas.

La ITF reivindica un aumento de los niveles de inversión en la economía real y en los servicios que se han visto afectados de manera crítica por esta pandemia, como el sector aéreo.  Esto debe incluir, además: compromisos con iniciativas más amplias, como la transición a cero emisiones de carbono en el transporte y la manufactura; la innovación, la investigación y el desarrollo dirigidos a apoyar el aumento de la actividad económica, las mejoras en la productividad y lograr empleos de calidad en industrias avanzadas, como la manufactura, la energía renovable, la agricultura sostenible, la acuicultura, la pesca y los sistemas de transporte. Debe haber una aceleración de nuestros esfuerzos de transición a combustibles de transporte sin carbono, de modo que el transporte contribuya a una economía sin carbono de aquí a 2050.

Si los Gobiernos coordinan las inversiones procedentes de diversas fuentes, las cadenas de suministro transnacionales pueden salir de la pandemia de coronavirus encaminadas hacia unas infraestructuras adecuadas para el siglo XXI. Mantenemos nuestro compromiso de trabajar en las necesidades para la transición con cada industria de la cadena de suministro esencial que la ITF representa, a través de marcos multilaterales transparentes y holísticos.

Es de importancia crítica que esta transición ponga a los trabajadores y las trabajadoras del transporte, y fuerza laboral en general, en el centro de atención. Sólo se podrá alcanzar el éxito mediante la participación de los trabajadores y las trabajadoras, en especial en la gestión e introducción de las nuevas tecnologías y procesos industriales automatizados. Los trabajadores y las trabajadoras deben tener acceso a capacitación y reconversión laboral y se les deben proporcionar las aptitudes necesarias para mantener los puestos de trabajo a medida que las tecnologías transforman el empleo y los procesos de producción. Debe mejorarse la estabilidad laboral y los ingresos y reducirse la precariedad.

La negociación colectiva y el diálogo social en marcos tripartitos claramente definidos resultan esenciales en la industria del transporte y en la cadena de suministro general, basados en el respeto de los derechos de los trabajadores y los principios de la participación de los trabajadores. Las industrias del transporte se caracterizan con demasiada frecuencia por la incapacidad de la reglamentación más allá de ciertas fronteras nacionales, lo que niega el carácter global de esas industrias de suministro y servicios.

La falta de compromiso y de estrategia para abordar estos fracasos de hoy constituye un obstáculo fundamental para alcanzar un consenso democrático más universal que conduzca a los resultados de sostenibilidad, trabajo decente, mitigación de los riesgos y responsabilidad que necesita la sociedad, y que es necesario garantizar en esta coyuntura crítica en la que nos encontramos.

Reconocemos que esta transición sólo puede lograrse mediante un amplio consenso democrático. Habrá repercusiones sustanciales para la vida de los trabajadores y las trabajadoras de los sectores del transporte y la energía y del resto de la economía, por lo que resulta vital que los Gobiernos y las empresas colaboren con los sindicatos en el diseño y la revisión de programas para una "transición justa", en la que todos tienen una función que cumplir en el futuro de nuestra sociedad.

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