La pandemia de COVID-19 plantea enormes desafíos a todas las sociedades. Mientras el mundo enfrenta la pandemia, algunos Gobiernos caen en la tentación de retrasar la respuesta a la crisis climática. Nuestro futuro depende de la lucha contra el coronavirus, pero también de que abordemos con eficacia el problema del cambio climático. Paralelamente a la reconstrucción de nuestras economías, debemos construir un futuro sostenible con cero emisiones de carbono. De lo contrario, corremos el riesgo de exacerbar la crisis.
La incorporación de las medidas de acción climática como elemento central de la respuesta al COVID-19 contribuirá a abordar uno de los mayores desafíos de la pandemia: la reconstrucción de nuestras economías. El transporte sostenible está en primera línea de este desafío. Muchos sectores del transporte se han visto gravemente afectados por el confinamiento y necesitamos proteger los servicios de transporte y los medios de vida de los trabajadores y las trabajadoras.
En los próximos diez años, el transporte debe reducir sus emisiones en un 45 % con respecto a los niveles de 2010, para cumplir el objetivo del IPCC de reducir las temperaturas en 1,5 grados. Necesitamos un nuevo modelo sostenible que satisfaga todas las necesidades sociales y que anteponga las personas a los beneficios.
Es vital que, a medida que reconstruimos el transporte, dejemos atrás el modelo fallido del pasado. La expansión sin fin no puede basarse en el empleo precario y el uso cada vez mayor de combustibles fósiles. Necesitamos una política industrial verde, coordinada a nivel mundial, que movilice una gran inversión y empleos plenamente sindicalizados. Esto requiere un enfoque que abarque la economía al completo.
Necesitaremos grandes inversiones en electricidad renovable, en combustibles alternativos, así como en infraestructura de transporte. Los Gobiernos deben desempeñar un papel protagonista. Un sector de transporte con cero emisiones de carbono tendrá que estar anclado en una infraestructura y unos servicios de transporte de propiedad pública, con una estricta supervisión democrática.
Además, necesitamos estos niveles de inversión pública para evitar caer en otra Gran Depresión. Existe un gran riesgo de deflación mundial si la pandemia de COVID-19 provoca una disminución de la demanda y la inversión. Si la inversión en infraestructura verde se combina con empleos decentes y el derecho a la negociación colectiva, se generará una recuperación impulsada por los salarios. Este enfoque debe estar coordinado mundialmente. Del mismo modo que los países industrializados del Norte Global tienen la responsabilidad histórica de abordar el cambio climático, nosotros debemos procurar que todos los países tengan acceso a la financiación necesaria para la transición a un sistema de cero emisiones de carbono.
Es necesario aumentar el papel de los trabajadores en los procesos decisorios, a todos los niveles. Los sindicatos del transporte deben tener un mayor protagonismo en los organismos de la ONU que regulan el transporte, y una mayor aportación a las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC) en el marco del Acuerdo de París. La inversión de los Gobiernos debe establecer condiciones en materia de objetivos de sostenibilidad, una mayor representación de los trabajadores y trabajadoras —en concreto en los consejos de administración—, representantes ecologistas en todos los niveles de la empresa y vías para el desarrollo de las competencias de las mujeres trabajadoras y los trabajadores jóvenes.
John Mark Mwanika, presidente del Comité de Transporte Urbano de la ITF y copresidente del Grupo de Trabajo de Transporte Sostenible, afirma:
“Los sistemas de transporte público y el personal de los transportes públicos están sometidos a una enorme presión como consecuencia de la pandemia de coronavirus. Es vital que preservemos los sistemas de transporte público y que adoptemos una visión a largo plazo. Expandir los servicios de transporte público de propiedad pública es de las cosas más importantes que podemos hacer para hacer frente a la crisis climática.
Buen ejemplo de ello es la asociación entre la ITF con el Grupo C40 de ciudades pioneras en la aplicación de la Declaración de Calles Verdes y Saludables, que tiene como objetivo introducir buses de emisión cero para 2025 y zonas de emisión cero para el 2030. La ITF está colaborando con estas ciudades para garantizar que estas inversiones creen puestos de trabajo decentes, que den oportunidades a los trabajadores y las trabajadoras, y ofrezcan oportunidades de formación. Esta asociación es más importante si cabe ahora que las ciudades están reconstruyendo su vida social y económica de manera segura”.
Dorotea Zec, copresidenta de la Juventud Trabajadora del Transporte de la ITF y del Grupo de Trabajo de Transporte Sostenible, afirma:
“La pandemia del COVID-19 ha demostrado la importancia del transporte marítimo para mantener los suministros esenciales en movimiento en todo el mundo. Para salvaguardar el futuro de la industria, necesitamos con urgencia identificar las posibles vías para llegar a un sector con cero emisiones de carbono. Los combustibles alternativos como el amoniaco y el suministro por baterías son opciones posibles. La modernización de la flota marítima mundial requerirá una importante inversión en construcción de buques y en energía renovable, lo que contribuirá a la recuperación económica más amplia que el mundo necesita.
Serán necesarias nuevas aptitudes y los sindicatos marítimos deben desempeñar un papel activo en la toma de decisiones. Debemos garantizar la protección de los medios de vida de toda la gente de mar y que el futuro del sector se base en la igualdad, con oportunidades más justas para las trabajadoras y los jóvenes trabajadores. La ITF también necesita desempeñar un papel activo en la Organización Marítima Internacional, que debe jugar un importante papel en lograr una transición justa hacia la eliminación del carbono”.
David Gobé, presidente de la Sección Ferroviaria de la ITF y copresidente del Grupo de Trabajo de Transporte Sostenible, afirma:
“La inversión pública en el sector ferroviario es muy importante para lograr un sector del transporte con cero emisiones de carbono. Tenemos que asegurarnos de que esta inversión sea cuidadosamente planificada, para procurar que no se produzca una competencia contraproducente con otros modos de transporte. La experiencia demuestra que sólo el sector público puede ofrecer sistemas ferroviarios eficientes y bien gestionados.
La inversión en el sector ferroviario debe ir de la mano de empleos decentes y derechos de negociación colectiva. La pandemia del COVID-19 agravó las desigualdades que padecen las trabajadoras, los jóvenes trabajadores y otros grupos marginados. Debemos lograr que la nueva ola de inversión pública dé lugar a un sector del transporte más justo”.
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